Nací de nuevo. Tan sólo me llevé un golpe en la mano. Cuando me estaba bañando me descubrí dos más: uno en el pecho, otro en el antebrazo derecho, ambos fueron generados con la bolsa de aire. El Mazda 626 gris quedó hecho una mierda.
Aprendí una gran lección. Cero juegos. Nada de vinitos de sobremesa. Te reprondré el auto. Le agradezco al enorme infinito que hayas estado conmigo justo ahí -en esos momentos- por contestar el teléfono, por enviar ayuda, por abrazarme en silencio, por curar mis heridas con esa sabiduría milenaria de mujer, por dejarme quedar en tu casa el fin de semana.
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