01:30
Esa fue la hora en la que desperté
el celular borroso me lo dijo,
lo constató el ventilador, el calor del verano.
Era una ciudad con mar,
llegamos manejando a la zona hotelera
nos instalamos
después salimos a una de las salas,
en el lobby. Había un evento,
ahí me enteré -por conocidos- que esta sería mi nueva casa
que mi trayectoria me había arrojado hasta aquí: una nueva
posibilidad donde volver a comenzar, seguir.
Aún no digería la noticia cuando de la nada, a lo lejos, saliste tú
te fuíste abriendo paso entre la gente, te acercaste
nos reconocimos y abrazamos
nuestras miradas
pasaron de la incredulidad al asombro
nos recorrimos de arriba a abajo
como un scanner inspeccionamos las viejas muecas, cicatrices,
arrugas, brazos, manos;
sí, eramos nosotros.
Nos volvimos a abrazar
recuerdo que me dijiste que qué hacía ahí,
que en ese complejo trabajabas
y radicabas en esa ciudad hace un par de años.
No dejamos de mirarnos
más bien yo no podía de mirar tu sonrisa
tu cabello
vestías ropa fresca sin mangas color negro
te dije que todo esto estaba raro
que nunca creí en las casualidades
y que que tú y yo
reencontrándonos en esa ciudad ajena
era sobrenatural
volviste a reír y tan sólo dijiste:
-pienso igual-
no hablamos más
te tome del talle y nos fuimos
por el pasillo hacía el interior
del edificio
ante el asoro de las personas que iban conmigo
que no sabían ni entendieron
quienes fuimos
quienes somos
y quienes seríamos a partir de ese momento
en que el eterno infinito
venció la probabilidad
de volver a estar lejos,
ahora felices.
Me dolió el regreso
enfocar la vista
verificar el celular-despertador
darme cuenta que estaba en mi habitación
de residente fronterizo
que apenas había dormido un par de horas,
entonces decidí volver a hacerlo: soñar.
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