jueves, febrero 05, 2009

Para mi querido Óscar Sartre


Mi querido Óscar Sartre. Perdona que te reciba molestándote ¿recuerdas que te cagaba que te dijera así? esta excusa es mi pretexto para recordar, lo siento. Sabes que te decía así por la Simone de Boeauvoir que vestía medio dark y que sabía te encantaba. Y yo me divertía viendo cómo te esforzabas para lograr su atención. Ah, viaje rápido y sin escalas a los edificios ceceacheros de Azcapo. Fuiste para Linda: El Ché; para Jair y Victor: El Silvio y para mis primos : El Enano Verde... ¡qué va de una cosa a otra!, bola de cabrones todos: para mi siempre fuíste Óscar Isidro Bruno, La Rana René. Mi punto de referencia intelectual, mi maestro, mi brother, mi némesis.

Ni sabio, ni diablo, viejo sí. ¿Qué pasa cuándo Lucifer te pide que le des tormento de Cuauhtémoc? ¿no lo sabes? yo sí. De la lámpara del genio sale un personaje: mochila guerrillera, zapatos de casquillo, boina calada, sonrisa calida y un par de anteojos. Así fue. Ante el Virgilio que deambulaba entre el desamor y la rabia de cambio, llegaste con tu capital de sueños, lecturas y disciplina, para decirle al mundo esta boca es mía. 1-1=0. Vaya par de dos.

Entre fundas de cuero, crisis existenciales, libros, películas y comunicados, se nos dieron los años. Óscar, siempre admiré tu dinamismo, la habilidad para sobrevivir del trío: libros-música-piel. A ti te debo en mucho mi discurso crítico, el haber roto los paradigmas y tabús familiares -que dolían demasiado en esa época-, el ejercicio del cuestionamiento personal, el intento por ser congruente.


Amigo. (uno de mis cinco dedos). No pude evitar revivir la plática nocturna que tuvimos en la parada del CCH, rumbo al metro Aquiles Serdán, cuando el barco hacía agua. Tampoco se me olvidan tus críticas hacia mi grupo de la muerte repleto de incipientes escritores aficionados al Dios Baco, ni lo entusiasmado que te ví en la colonia Anahuac, arreglando la casa. Y qué decir de la foto que me enviaste hace un par de años por correo, con pareja e hija, satisfecho, feliz, realizado. (neta: ¿usas Hugo Boss?). Ay Óscar, ¿ves la paradoja? aprendimos tantas cosas en los libros, escuela, empleo, relaciones interpersonales, en la vida misma, y nos enseñaron muy poco acerca de la muerte.


Siento mucho lo de Feliciano Isidro. Se muy bien lo que representa el tronco que sostiene el resto del árbol. Yo también he experimentado mis pérdidas. Las despedidas son parte de la vida. No te desconcentres. Los autos no son más que eso, máquinas y láminas, pero son como los machos que tienen una debilidad tremenda por mirar el escote de la muerte. Recuerda que habemos muchos alrededor tuyo que esperamos regreses a casa para todos los que te necesitan (amos).


Al final al diablo le salieron alas: voy a pedirle a la anergía creadora que encamine a Don Feliciano al lugar que le corresponde estar de acuerdo a su nivel de evolución. Todo va a estar bien. Lo volverán a encontrar. Es cuestión de tiempo. Tu Charro Negro te lo garantiza.


Yo también te quiero y te doy las gracias por esas horas de infinitos vuelos: fueron fantásticas.


PD. Puedes contar conmigo. Ya lo sabes.


MBL desde donde dicen que nace la Patria.



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